De la reunión de prestadores turísticos de Zapala que había sido el día anterior surgió la idea de realizar una caminata a algún punto interesante de esta zona, como una forma de comenzar a plasmar parte de lo que nos habíamos propuesto: trabajar en conjunto para la difusión de los servicios al turismo.
Fue así como partimos: Cristian Vazquez (guía), Elisabeth y Gabriel informantes del Portal de turismo de la Municipalidad, El seño Leuco y yo.
Primera parada: la laguna del Toro.
Si bien, no está claro todavía que tan accesible es llegar a la Laguna del Toro, ya que justo ese día la tranquera para su acceso estaba abierta, se puede decir que es un oasis verde rodeado de pura estepa patagónica: ¡un espectáculo imperdible!
Laguna, flamencos, jotes, vertientes naturales..
A orillas de la laguna, se encuentra la que se dice fue la primera toma de agua de Zapala: una vertiente natural de la cual se veía fluir abundante agua hacia la laguna
Hasta allí habíamos llegado en auto, ahora llegaba la hora de comenzar la caminata: siete kilómetros hasta la Laguna Negra.
En un momento, Cristian me comentó que es importante en estos casos llevar provisiones y realizar los preparativos el día anterior.. así no nos olvidamos (como lo hicimos los cinco que fuimos): llevar calzado y medias acorde, una gorra, agua para ir tomando cada tanto, y algo dulce para comer y así reponer energías.
Así continuamos en un trayecto a ritmo tranquilo, salteando rocas y pinches, viendo el cordón del Chachil bajo el cielo celeste y cada tanto tratando de enfocar con la cámara las bandadas de flamencos que viajan en V, pero muy rápido...
Ese entorno da para la charla y para hacer amigos que nunca te hubieras imaginado.
Al llegar a un punto determinado, giramos hacia una depresión del terreno y allí estaba la Laguna Negra! Escondida por cierto. Más jotes, esos pájaros grandes que planean elegantemente y casi como si fuera un vuelo de bienvenida para nosotros los exaustos visitantes.
Bajamos entre las negras rocas volcánicas y allí descansamos un ratito, porque mucho tiempo no había, ni agua para tomar tampoco!
Descansamos un ratito, atamos los cordones y comenzamos la vuelta.
Otros 7 km de vuelta, ya un poco más cansados pero contentos con la travesía.
Al llegar nuevamente a la Laguna del toro, encontramos algunos arreos que vuelven ya de la veranda.